Han pasado 52 años desde que inicié este camino de vida, y hoy puedo decir con absoluta certeza que la prosperidad y la abundancia no se encuentran en lo que uno posee, sino en lo que uno es y siente. A lo largo de mi viaje, he aprendido de grandes maestros que llegaron en el momento preciso. Cada uno de ellos me dejó una enseñanza clave que, al ponerla en práctica, transformó mi vida personal, profesional, emocional y espiritual.

Este artículo no es una lista de teorías, es mi historia de vida. Es una invitación a reflexionar sobre el poder de la gratitud, el desapego y la confianza en que Dios (o la Fuente, como lo llaman algunos) siempre provee. Aquí comparto cómo estas enseñanzas se han manifestado en mi vida y cómo, con 52 años de experiencia, sigo cultivando la abundancia en todas sus formas.

1️⃣ El poder de la gratitud: la base de todo

Si hay una lección que se ha repetido a lo largo de mi vida, es esta: agradecerlo todo, sin expectativas ni exigencias. Esta idea me llegó en distintos momentos y con diferentes palabras, pero la esencia es la misma. Fue el maestro Wayne Dyer quien me enseñó que donde va la atención, fluye la energía, y si mi atención está en la carencia, eso será lo que se multiplique.

Entonces comencé a practicar la gratitud. No una gratitud superficial, sino una gratitud profunda y consciente. No solo agradecí por la comida, la salud o el techo, sino por cada pequeño detalle que antes daba por sentado. Cada conversación, cada lección, cada desafío. Aprendí que, incluso cuando la vida no se ve como esperaba, hay algo que agradecer, porque todo lo que ocurre tiene un propósito que se revela con el tiempo.

Cuando enfrenté compromisos económicos importantes, mi mente, como la de muchos, quiso preocuparse. Pero recordé la enseñanza de Jesús de Nazareth: “Miren las aves del cielo; no siembran ni cosechan, pero el Padre celestial las alimenta.” Decidí soltar la preocupación y practicar la fe activa. En lugar de resistirme, agradecí el compromiso y declaré: “Gracias, Dios, porque ya está resuelto.”

El resultado no se hizo esperar. Las soluciones comenzaron a llegar de formas inesperadas: un negocio que se cerró antes de lo previsto, un cliente que decidió pagar una deuda atrasada o incluso un regalo inesperado. Nada de esto es casualidad. Aprendí que, cuando dejo de preocuparme y agradezco, la abundancia se activa.

2️⃣ No bloquear la abundancia: aceptar lo que viene sin cuestionar el “cómo”

Una de las lecciones más grandes la aprendí del maestro Deepak Chopra, quien enseña la importancia de la ley del desapego. Durante muchos años, pensé que la abundancia llegaría de ciertas formas específicas: un cliente importante, un negocio rentable o una inversión exitosa. Pero aprendí que la abundancia no tiene un solo canal de entrada.

Dios no está limitado por mis expectativas.

La enseñanza de Joe Dispenza también reforzó esta idea. Él dice que, para crear una nueva realidad, no hay que obsesionarse con el “cómo”. Si pido prosperidad, la forma en que llega no me corresponde definirla. No debo controlarlo todo, solo creer, confiar y estar abierto a recibir.

En mi camino, esta lección me hizo cambiar algo importante: aprendí a recibir regalos. Antes, mi orgullo me decía que debía ganar todo con esfuerzo, pero el esfuerzo excesivo es una forma de resistencia. Aceptar regalos, apoyo o ayuda de alguien no es “depender de otros”, es permitirle a Dios actuar a través de las personas.

Cada vez que alguien me ofrecía ayuda, dinero o un regalo, mi primer impulso era decir “no, gracias”. Pero con el tiempo, entendí que ese “no” era una negación de la abundancia divina. Decir “sí” con gratitud fue un acto de confianza en Dios. Desde entonces, cada vez que recibo un regalo, agradezco profundamente y me recuerdo a mí mismo: “Dios obra de muchas formas, y esta es una de ellas.”

3️⃣ El valor del desapego: soltar para recibir

Darío Salas Sommer y su concepto de la Moneda Cósmica me hicieron reflexionar mucho sobre la riqueza. La prosperidad no se basa en tener más dinero o bienes, sino en la cantidad de energía vital y conciencia que una persona posee. En mi vida, cada vez que me apegué a una situación, persona o resultado, experimenté sufrimiento. Y cada vez que solté el control, la vida me sorprendió.

La parábola de los talentos de Jesús también me enseñó esto. Dios nos da talentos (habilidades, recursos, oportunidades) y espera que los usemos. Si escondemos esos talentos por miedo a perderlos, estamos negando la abundancia. Pero si los usamos con valentía, estos se multiplican.

En más de una ocasión, me encontré aferrado a la seguridad. Pero los momentos de mayor prosperidad en mi vida llegaron cuando tomé decisiones valientes: invertir en nuevos proyectos, cambiar de rumbo o dejar atrás lo que ya no servía. Soltar no es perder, es liberar espacio para recibir algo mejor.

Recuerdo un momento clave en mi vida: renunciar a un negocio que, aunque rentable, ya no estaba alineado con mi propósito. Sentí miedo, pero confié. Tiempo después, una oportunidad más grande y gratificante llegó a mi vida. Ese fue el momento en que entendí que la prosperidad llega después del desapego.

4️⃣ La importancia de la conciencia y la calidad humana

El maestro Gelva de la EscuelaGelva.com me enseñó a observar mis pensamientos y emociones con atención plena. La calidad de nuestros pensamientos define nuestra realidad. Cuando vivo desde el miedo, la preocupación o la ira, mi cuerpo se resiente y mi prosperidad se bloquea. Pero cuando vivo desde la gratitud, el amor y la confianza, la abundancia se manifiesta.

En mi rutina diaria, hago un ejercicio de autoobservación. Si detecto que estoy entrando en una espiral de preocupación, paro todo y me pregunto:

• ¿Qué estoy sintiendo?

• ¿Qué pensamiento está alimentando esta emoción?

Este ejercicio me ha permitido transformar mis días de preocupación en días de gratitud. Y la prosperidad llega sola. Las oportunidades se presentan sin buscarlas, y cada vez soy más consciente de la fuerza creativa de mis pensamientos.

5️⃣ La ley del intercambio: dar y recibir con amor

Aprendí que la prosperidad no se trata solo de recibir, sino de dar de forma consciente y amorosa. Darío Salas Sommer y Jesús de Nazareth coinciden en esto: “Dad, y se os dará”. Cuando das sin esperar nada a cambio, el universo (Dios, la Fuente) se encarga de devolvértelo multiplicado.

En mi vida profesional, adopté la práctica de dar sin apego. Invertí tiempo, recursos y conocimientos en otras personas y empresas, sin esperar retribución. Y con el tiempo, todo volvió de formas inesperadas: nuevos clientes, socios y oportunidades que no imaginaba.

Reflexión final: la prosperidad es un camino, no un destino

He aprendido que la prosperidad no se persigue, se permite. La gratitud, la confianza y el desapego no son solo palabras, son prácticas diarias que abren los canales de la abundancia.

Hoy, agradezco a Wayne Dyer, Deepak Chopra, Joe Dispenza, Darío Salas Sommer, el maestro Gelva y Jesús de Nazareth. Cada uno de ellos me enseñó una pieza clave que he integrado en mi vida. El resultado no se hizo esperar. Hoy puedo decir con humildad y gratitud que la abundancia fluye en mi vida en todas sus formas: amor, salud, familia, conocimiento y sí, también recursos materiales.

Y a ti que estás leyendo esto, te dejo una última reflexión:

No te preocupes por el cómo, agradece el ahora. Lo demás se manifestará en el momento perfecto.

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